La memoria colectiva de esta tierra…
La memoria colectiva de esta tierra resulta frágil como la de un borracho nadando en licor de a cincuenta grados. Parece que la conciencia de clase se diluye con estrépito justo en el momento donde los estatus sociales están más equidistantes.
Economía de mercado y mordida en la arteria, donde por encima de la moral y de la historia de cualquier pueblo, está el imperio del gringo mas hambriento, que como los cerdos con las trufas, huelen y rastrean beneficio pisando a bomba y fuego cualquier frontera con feliz beneficio. Potencias mundiales que sueñan con el poder más absoluto, el que hace que dicten las leyes que les abren las puertas de la ocupación y la barbarie.
Un país de mierda que nunca ha dejado de estar en guerra, que ha bendecido dictadores con salves de metralla, mientras la pobreza devora las entrañas de su propia nación, y que sirve de espejo y ejemplo a seguir para el resto de las llamadas potencias mundiales.
Terrorismo perfumado con barras y estrellas de purpurina. Una democracia que sirve de Caballo de Troya para derrocar regímenes a propio antojo y saquear sociedades hasta esclavizarlas con el miedo y los grilletes de un capitalismo genocida y voraz.
Hoy las mentiras y el plomo llaman a la puerta de Siria y Europa calla mientras sigue estabulada en el pesebre que le llena el gringo. Se lo llena con deuda y tenazas en las pelotas, convirtiéndonos en cómplices del genocidio más depravado.
Miramos hacia otro lado, y no somos capaces de ver como esta sociedad naufraga en el mar de sus putas mentiras. Normaliza los extravagantes asaltos y no alcanza a entender que hace tiempo que también nos invadieron y clavaron sus banderas en las colinas de nuestra propia identidad.
Malditos sean. Malditos seamos.